En todas las personas hay una parte que se ha quedado atrapada desde que nacemos y donde permanecen las heridas (abandono, rechazo, desamor, traumas...) que hemos sufrido. Esa es la parte a la que llamamos Niño Interior. Al conectarnos con nuestro niño interior podemos aprender a cuidarlo, nutrirlo y sanar esas heridas emocionales.
El primer paso es tomar conciencia de las heridas ya que todos los problemas emocionales desde la infancia que no han sido resueltos y atendidos pueden afectar las relaciones actuales, es una parte de nosotros que sangra, que se muestra en nuestro presente para recordarnos el dolor ahogado.
Este niño herido puede estar en varias generaciones pasadas no solo en nosotros. Sanándonos también ayudamos a liberarse a quien nos haya herido. Así llegamos a querernos, tener el amor propio a nosotros mismos y también por los demás.
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